No solo de pan vive el hombre, esa pareció ser la frase del día, durante el más reciente encuentro con los representantes de los comedores comunitarios de las parroquias, vicarías y centros religiosos y laicos comprometidos que hacen parte del programa Acompañando en la Esperanza que adelanta el Grupo Social CESAP.
Se pueden contar por millares las personas que acuden diariamente a estos comedores en busca de un plato de comida, pero también de una palabra de aliento, de un abrazo cálido o del consejo oportuno. Es por ello que se hacen imprescindibles estos encuentros que permiten compartir sus experiencias, anécdotas, sinsabores y alegrías. Aprender a canalizar sus emociones y capacitarse para realizar de la mejor manera posible, este digno quehacer de atención al más vulnerable, es otro de los objetivos de estas reuniones.
Comparte tu experiencia para que el dolor se vaya
Durante la actividad, Leopoldo Duarte, Coordinador del Programa, invitó a los participantes a recordar experiencias significativas que hayan generado dolor en el desarrollo de la gestión en cada uno de los centros. “Esta actividad permitió contemplar el dolor desde el silencio de Dios, silencio que invita a apaciguar el alma en la adversidad para recuperar fuerzas, así con a reafirmar la necesidad de renovar el compromiso con el servicio al más necesitado, orientados a fortalecer el valor y el derecho a la vida, desde el rescate progresivo de la dignidad humana”, aseguró Duarte.
La ocasión fue propicia para que Diana Vegas, Presidenta del Grupo Social CESAP, hiciera énfasis en la característica de Emergencia Humanitaria Compleja que tiene esta situación, partiendo de las realidades palpadas en cada uno de los centros asistidos, así como la necesidad de fomentar en los beneficiarios el sentido de la corresponsabilidad frente a este servicio humanitario en la comunidad.
“Este no es un trabajo sólo de las hermanas sino de cada una de las personas que comen allí. Sería muy útil la creación de un comité de madres promotoras de una vida saludable para que repliquen las enseñanzas que reciben durante las consejerías de los proyectos de nutrición y salud. Tomar conciencia es fundamental para fortalecer el derecho a vivir con dignidad”, añadió la presidenta del GSC.
Entre el amor y el dolor
Servir al prójimo que se encuentra en estado de vulnerabilidad es una labor que deja muchas sonrisas de satisfacción, así lo reveló Ányeli Rodríguez, una joven coordinadora del Programa Acompañando en la Esperanza. “Es grato encontrarnos con esas miradas y esas palabras de agradecimiento que nos regalan las madres y los mismos niños por lo que se le está brindando. Ver cómo hacen esfuerzos para continuar con su formación educativa y acuden a estos centros no sólo por una porción de comida para llenar el estómago, sino que acuden a estos espacios de encuentro que también sirven para alimentar el alma, y alimentar también la esperanza que de eso es que se trata, de acompañar en este proceso de resurgimiento de la propia persona.”
Pero no todo es azul cielo en estas organizaciones, muchos nubarrones surcan también su firmamento. “No es fácil dejar de lado esas cosas que van generando dolor, sobre todo porque se ve de cerca a madres que luchan por sacar a sus hijos adelante y más estando solas, ver a niños que están prácticamente solos porque sus padres debieron abandonar el país y los dejaron a cargo de una abuela que por su edad, difícilmente pueden atenderlos como debe ser, ver niños que han desertado del ámbito escolar porque no cuentan con los recursos que parten desde la carencia de una alimentación adecuada que les permita rendir académicamente, hasta la falta de uniformes, de zapatos o de transporte. A todo eso se enfrenta el equipo de colaboradores de estos centros”, añadió Rodríguez.
Afortunadamente, este grupo de colaboradores cuenta con el equipo de profesionales, liderados por Psicólogos Sin Fronteras, que les brinda apoyo con herramientas necesarias para identificar a un niño, niña o adolescente en situación de crisis por la forma cómo se comporta, por cómo se relaciona con los demás o no se relaciona, dando esas luces para poder encender esas alarmas y actuar de la forma más inmediata para que la crisis no se profundice.
El Grupo Social CESAP apoya a más de 60 comedores comunitarios para dar soporte nutricional y de acompañamiento en casi todo el territorio nacional, a través del programa Acompañando en la Esperanza. Entre los Centros y Vicarías se encuentran el comedor “Nuestra Señora del Perpetuo Socorro”, ubicada en el 23 de Enero, al oeste de Caracas; “Nuestra Señora de Lourdes”, en Coche, el comedor Sagrado Corazón de Jesús en el Barrio El 70 de El Valle; el Centro “Inmaculado Corazón de María”, en El Encantado y la Vicaría “Nuestra Señora de Coromoto”, en el barrio San Blas de Petare, entre muchos otros. En cada uno de estos comedores, el amor, la solidaridad y la esperanza son algunos de los ingredientes que se sirven en cada comida que ofrecen, porque para el Grupo Social CESAP, esta actividad representa un gran desafío, como lo es el poder acompañar a los beneficiarios en un proceso que va mucho más allá de la alimentación. Para realizar esta tarea, cuentan con un grupo de aliados, voluntarios, médicos, nutricionistas, psicólogos y trabajadores sociales, entre otros, que suman con manos solidarias a esta iniciativa que busca nutrir cuerpos, y a la vez, aportar herramientas para superar la crisis. Como dice el lema de la organización: Juntos cambiamos vidas para construir futuros.