Abelina Caro conoce en intenso, y en extenso, el tema de la prevención de riesgos, especialmente adaptado a la experiencia venezolana. Casi 30 años de experiencia de formación y trabajo en este tema siempre actual la avalan. Actualmente, se desempeña como coordinadora de la Red Pahnal (Plataforma Humanitaria Nacional), y viene de trabajar en la ONU sobre este mismo asunto.
Abelina, también por mucho tiempo ligada, con sus ires y venires, al Grupo Social Cesap, nos da su visión, en este Día Mundial de la Prevención de Riesgo de Desastres,
Danos una breve descripción de tu propia experiencia-formación académica en el tema.
Me formé como Especialización en Reducción del Riesgo de Desastres y Desarrollo Local Sostenible en el Centro Internacional de Formación de la OIT/ONU.
Tuve formación con la Red de Estudios Sociales en Prevención de Desastres en América Latina – LA RED- y, desde el año 1998, he diseñado e implementado programas y proyectos relacionados a la temática.
Pertenezco a la Red Global de ONG para la Reducción del Riesgo de Desastres y fui la promotora para Venezuela de la Campaña “Desarrollando Ciudades Más Resilientes” de la Estrategia Internacional para la Reducción de Desastres de la ONU.
Durante años he brindado capacitaciones y diseñados planes de gestión de riesgos con instituciones y comunidades, he sido consultora para la preparación de informes y estudios y he implementado proyectos con niños y maestros de escuelas, comunidades populares y funcionarios de gobiernos municipales; asimismo, he desarrollado consultorías en el área para organismos internacionales como la Unión Europea y participado en eventos internacionales sobre la temática.
¿En el día de la prevención de riesgo de desastres, pudieras indicar cuáles son las principales carencias que tiene Venezuela en este tema?
En Venezuela nos hace falta tener una mayor comprensión acerca de los desastres y por qué estos ocurren. “Los desastres no son naturales” y la verdad es que los desastres se construyen.
Y si los construimos, también podemos intervenir para prevenirlos, para reducir sus efectos y para recuperarnos mejor. Pero eso empieza por cambiar la mentalidad, por educar a las personas y a las comunidades, por hacerles ver que tienen poder para actuar ante las emergencias y desastres. La lluvia, por ejemplo, no es el desastre ni su causante.
Es simplemente un fenómeno natural, como tantos otros. El problema surge cuando esa lluvia se encuentra con vulnerabilidades que hemos creado: personas habitando viviendas levantadas en zonas de alto riesgo, en zonas inestables o directamente en cauces de ríos.
Si a eso le sumamos comunidades sin preparación ni capacidad de respuesta, entonces ahí aparece el desastre que trae consigo vidas que se pierden, hogares que se destruyen, servicios que colapsan. Todo por no planificar, por no prevenir, por no entender que el riesgo se construye y, por lo tanto, también se puede reducir y con ello, reducir los desastres.
Otro gran problema es que “cada quien va por su lado”. Hay instituciones que trabajan en la gestión de riesgos, pero no se coordinan, no se integran, lo que hace más complicado construir políticas y planes de reducción de riesgos.
Tenemos una Ley de Gestión Integral de Riesgos Socio-naturales y Tecnológicos, que data del 2009, que es un valioso instrumento que requiere una mayor operativización y aplicación en el país. Se necesita que todos los actores —gobierno, sociedad civil, academia, comunidades— se sienten en la misma mesa, compartan información, planifiquen juntos y trabajen con una visión común.
Y hablando de planificación, ahí también tenemos carencias.
La gestión de riesgos no se incorpora de forma sistemática en los planes de desarrollo local y eso es grave, porque ante desastres y emergencias, muchas veces se actúa de forma improvisada y se realizan solo “operativos”, pero las comunidades necesitan anticiparse a los desastres y estar mejor preparadas, no solo para enfrentar los desastres cuando ocurren, sino para prevenirlos y recuperarse después.
Eso implica formación, simulacros, redes de apoyo, y, sobre todo, participación activa.
En resumen, se trata de cambiar el enfoque, de entender que el riesgo se construye, que la prevención es tarea de todos, y que la coordinación y la planificación son claves para que no sigamos lamentando lo que sí se pudo evitar.
¿brevementE, Cuál ha sido la experiencia de Cesap en el tema de prevención de riesgos?
Desde 1998, Cesap ha desarrollado una amplia experiencia en el ámbito de la reducción del riesgo de desastres y la construcción de resiliencia en Venezuela, a través de proyectos que han involucrado activamente a comunidades, escuelas y gobiernos municipales. Su trabajo ha abarcado la ejecución de proyectos comunitarios, el fortalecimiento de capacidades preventivas en actores clave del territorio como maestros y líderes comunitarios, así como procesos de planificación participativa del territorio con enfoque de gestión de riesgos, con la participación de funcionarios públicos municipales de 8 estados del país. Asimismo, Cesap ha jugado un papel muy activo en la reconstrucción post desastre en Venezuela.
A lo largo de los años, Cesap ha promovido procesos participativos en las comunidades para la elaboración de diagnósticos de riesgo y planes de gestión de riesgos, adaptados a las realidades locales y orientados a mejorar la preparación y respuesta ante emergencias.
Además, la organización ha colaborado con redes internacionales como la Red Global de ONG para la Reducción del Riesgo de Desastres, implementando proyectos que permiten recoger las voces de las comunidades más vulnerables, que están en la primera línea de los desastres.
¿Crees que el conocimiento tradicional en la prevención de riesgos de desastres sigue siendo válido?
No solo es válido, es fundamental. El conocimiento tradicional en la prevención de desastres nace de la experiencia directa con el entorno y ha permitido a muchas comunidades anticiparse a riesgos con sabiduría práctica, que no aparece en manuales, pero salvan vidas. Aunque hoy contamos con las tecnologías que mencioné antes, estas no reemplazan lo que las comunidades ya saben por vivencia; al contrario, deben integrarse para construir respuestas más completas y culturalmente pertinentes y resilientes.
¿Hay nuevas herramientas de prevención de riesgos? ¿Cuáles son las más útiles?
Hoy en día existen tecnología que están jugando un papel clave para ayudar a enfrentar desastres en el mundo pero, que yo sepa, aún no hay información pública en Venezuela acerca de esto.
Por ejemplo, la inteligencia artificial se está usando para analizar datos y predecir inundaciones o incendios. Esto permite que las autoridades actúen más rápido y que la gente esté mejor preparada.
Además, hay aplicaciones móviles súper útiles que cualquier persona puede usar para reportar riesgos, recibir alertas en tiempo real y hasta coordinar evacuaciones. Algunas de estas apps tienen mapas interactivos y te conectan directamente con los servicios de emergencia. En resumen, la idea es que todos podamos estar más informados y seguros, usando herramientas que ya tenemos al alcance de la mano.